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Sal de mar a nuestras mesas: protegiendo la salud y el patrimonio culinario y cultural

En Ñam Santiago 2015 también pudimos enterarnos de todos los beneficios que la sal de mar le brinda a nuestra salud y a nuestro patrimonio. ¡Conócelos en este artículo!

Estamos acostumbrados a tener un salero sobre la mesa para darle más sabor a nuestras comidas. Sin embargo, resulta inimaginable para muchos el utilizar otra sal que no sea la “de mina” o refinada, la misma que ocupamos para preparar cualquier platillo.

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Pero sí, existe otra opción, una que es cien por ciento natural, mucho más sana y que, además, forma parte de nuestro patrimonio cultural y culinario: la sal del mar.

En el marco del Festival Latinoamericano de Cocina Ñam Santiago 2015, Luis Muñoz,  presidente de Sal de Mar y Turismo Pacífico Central SPA, y Rocío Alvarado, chef instructora de pastelería, llegaron al Centro Cultural Gabriela Mistral el pasado jueves para dar a conocer este producto nacional que -a diferencia de lo que muchos piensan- también puede estar en nuestras cocinas.

Muñoz, quien actualmente se encuentra  trabajando para mantener y sacar adelante esta actividad que ya suma más de 400 años de tradición, señaló:

La sal de mar es completamente natural. En su proceso de elaboración participa el hombre y la naturaleza, es decir, el mar y el sol. No contiene aditivos ni químicos, todo se logra sólo  por la evaporación y decantación de cristales. Tiene contacto con la arcilla, que le aporta los coloides al entrar en contacto con esta. Tiene muchos más minerales que la sal de mina”.

Un oficio que no puede perderse

El ser salinero es un oficio ancestral. Como explicó Muñoz durante su ponencia, el oficio de los salineros se ha transmitido de generación en generación, y consiste en un complejo proceso que se realiza en los cuarteles, donde desde octubre se empiezan a limpiar del agua dulce para que luego llegue el agua de mar que trae la sal.

Para llevarlo a cabo, cerca de 80 personas se dedican a trabajarlo en Cahuil y Lo Valdivia, Sexta Región, lo que da como resultado un producto único, que incluso cuenta con Sello de Origen. Sin embargo, aún hace falta que esta actividad sea completamente rentable, para que así nuevas generaciones vean en ella una oportunidad para vivir y, de paso, mantener este oficio tradicional.

Producto nacional, sano y delicioso

Al ser una sal más gruesa, no puede ponerse en un salero, sino que debe estar en un pocillo; algo a lo que quizás no estamos acostumbrados, pero que, tal como señaló la chef Rocío Alvarado, se trata sólo de  una cuestión de hábitos.

Además, esta sal extraída del agua salada es mucho más sabrosa y ofrece una variedad de beneficios para nuestra salud que probablemente ni imaginamos. “La sal de mar está en contacto con metales, arcillas, algas y diversos organismos vivos, lo que le da un mejor sabor y diferentes propiedades”, explicó Alvarado.

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Y es que la sal de mar tiene entre sus propiedades diferentes oligoelementos, como por ejemplo, el flúor, zinc, magnesio, entre otros, los que nuestro cuerpo no es capaz de producir, a pesar de  ser esenciales para vivir sanos. Asimismo, tiene menos yodo que la sal de mesa y no es refinada, por lo que su consumo moderado siempre será positivo para nuestra salud.

Para finalizar la presentación, la chef fue clara:

Quiero que asumamos este compromiso, que no dejemos que esté oficio desaparezca. Aquí se vinculan dos patrimonios, el oficio de los salineros como patrimonio cultural, y la sal de mar como patrimonio culinario. Asuman este compromiso conmigo, yo desde la vereda profesional y ustedes desde la vereda de consumidores”.

Ahora ya lo sabes: tenemos un producto nacional y que se obtiene gracias a un complejo oficio tradicional que ya forma parte de la cultura chilena. No dejemos que esta parte de nuestra historia quede en el olvido ni mucho menos desaprovechemos nuestros recursos naturales.

La sal de mar puede ser buena para nuestra salud y, lo mejor de todo, es que forma parte de nuestro patrimonio; un patrimonio que hoy más que nunca debemos proteger.

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