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Qué son los cereales e historia de su cultivo

Hoy empezamos a hablar sobre los cereales. En concreto haremos un recorrido por la historia de los principales cultivos. Y después hablaremos sobre los aspectos nutricionales.

Los cereales son los frutos en forma de grano que crecen en las plantas de la familia de las gramíneas, que también se la conoce con el nombre de Poácea. La familia contiene unos 635 géneros y 9.000 especies, y es la cuarta más extensa a nivel mundial. Aunque su número de especies es muy elevado, tan solo unas pocas especies constituyen la mayor fuente de alimentos para la humanidad. Los principales cereales utilizados en la alimentación humana son el trigo, la cebada, el arroz, el maíz, el centeno, el mijo y la avena.
La producción mundial de cereales es superior a 1600 millones de toneladas; el trigo, el maíz y el arroz componen las tres cuartas partes del total (unos 400 millones de toneladas). Por otro lado, el trigo y el arroz constituyen el alimento básico de las cuatro quintas partes de la población mundial y cerca del 60% de las proteínas consumidas actualmente por la humanidad, provienen de los cereales.

Hace 12.000 ó 14.000 años, los primeros agricultores comenzaron a sembrar y seleccionar las semillas de trigo y cebada en base a su tamaño y su facilidad de manejo. Poco a poco, éstos fueron extendiendo estas semillas por toda Asia occidental y central, Europa y el norte de África. Cada zona geográfica tenía su cereal propio.

Así, el trigo comenzó a cultivarse en el delta del Nilo, la cebada, especialmente resistente, junto con el centeno y la avena, era capaz de adaptarse a climas más húmedos y extremos de la Europa central. Su cultivo marcó el paso de una vida nómada, en la que el hombre se alimentaba de caza y frutas silvestres, a una vida sedentaria, en la que se convierte en agricultor y ganadero.

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El trigo se cultivaba en Irak hacia el año 6700 (a.C.) y, al parecer, su cultivo se extendió desde allí hasta el Asia Menor y la zona del Mediterráneo. También se han encontrado huella de su existencia hacia el año 4000 (a.C.) en el delta del Danubio y en las llanuras próximas a la desembocadura del Rhin.

Se calcula que para el tercer milenio (a.C.) ya se cultivaba en toda Europa. El trigo, como los demás cereales de los que se ha nutrido el hombre, fue consumido al principio simplemente crudo. Posteriormente, se tostaron los granos sobre piedras calientes de forma que se pudiera separar la cubierta, que con el calor se volvía quebradiza.

Más delante se empezó a molerlos, y con la harina obtenida se hacían unas papillas o tortas asadas sobre piedras. Era lo que hoy conocemos como pan sin fermentar y que todavía se consume en algunas partes del mundo como India, Pakistán y algunos países árabes.

La cebada fue, probablemente, la primera especie cultivada de forma planificada, y era conocida por los sumerios y asirios hacia el año 5000 (a.C.) aunque poco después fue superada por el trigo por sus cualidades nutritivas.

El maíz constituyó el alimento básico de las civilizaciones americanas precolombinas –azteca, maya, inca-, habiéndose localizado granos fosilizados en yacimientos preincaicos de 5.000 años de antigüedad. Simultáneamente, surgió el cultivo del arroz en el sudeste asiático, con su especial capacidad para crecer en condiciones húmedas y calurosas.

En las regiones subtropicales y tropicales África predominaba el cultivo de una serie de cereales a los que se les da el nombre de mijo.

El centeno y la avena se consideraban malas hierbas de las plantas que se cultivaban, pero con el tiempo se fueron estableciendo gracias a su resistencia a los climas extremos septentrionales. Se empezaron a cultivar hacia el año 1000 (a.C.).

En la “Dieta Mediterránea” los productos obtenidos a partir de los cereales ocupan un lugar destacado como alimentos básicos del hombre.

Sin embargo, en España, durante los últimos decenios, nos hemos desviado de la Dieta Mediterránea al aproximarnos a la de otros países del centro y norte de Europa, entre otras cosas, por un descenso continuado del consumo de pan, arroz y derivados de cereales, lo que origina una carencia de hidratos de carbono asimilables y fibra alimentaria.

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