Las gallinas y el descubrimiento de las vitaminas

Si no fuese porque el título de esta entrada es un tanto raro, bien podríamos estar ante un cuento infantil donde las vitaminas y las gallinas emprenden una carrera, ¿quién ganará? Pues sin duda alguna ganarían las vitaminas. Pero os cuento mejor.

En la actualidad vivimos en un mundo donde la ciencia y la investigación descubren cosas todos los días. Algunas de estas cosas, no será hasta dentro de algunas décadas cuando realmente sirvan o tengan una implicación en nuestra vida. Pero es que lo mismo ocurría antes. Y un caso es por ejemplo con los nutrientes.

Los nutrientes siempre han existido, pero es como cuando alguien dice aquello de, “¿si un árbol se cae y no hay nadie para escuchar el ruido, ese ruido se produce?”. Está claro que sí, que no se sepa o no se escuche, no quiere decir que no se produzca. Pues lo mismo, que no se sepa que existiesen los nutrientes no quiere decir que no estén ahí y que su carencia implique enfermedades.

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Esto es lo que ocurre con las vitaminas, que es el caso que nos ocupa hoy. Las enfermedades producidas por su carencia se conocen desde hace miles de años, pero no se sabía que era debido, precisamente, a la carencia de estas.

Un ejemplo lo tenemos con el escorbuto, durante siglos fue la enfermedad que azotó las largas travesías en barco, las expediciones y las guerras. Provocó gran número de bajas y la causa tardó siglos en descubrirse. De todas formas, y seguramente debido a aquello de probar y probar, el remedio para el escorbuto se conoció antes gracias a los indios americanos en el siglo XVI, quienes daban jugo de limón para evitar y corregir ese mal. Y no fue hasta mediados del siglo XVIII cuando Lind realizase experimentos que certificasen el valor de esto. Y aún así no se implantó como norma hasta principios de siglo XIX.

Qué pintan las gallinas en todo esto

De hecho, esta fue la tónica de la investigación sobre las carencias de vitaminas en la dieta de las personas, el ensayo sobre qué tipo de alimentos sentaban bien y cuales no para recuperarse de ciertas enfermedades. Y ahora llegamos a las gallinas, que lo estabais deseando.

En 1890, Eijkmann alimentó a unas gallinas exclusivamente son arroz hasta que apareció una enfermedad muy similar al beriberi, una enfermedad que sale por la carencia de la vitamina B1, y que se daba principalmente en sociedades asiáticas con alto consumo de arroz. Y vio que dándoles de comer salvado y carne se corregía. Lo cual se descubrió en 1901 por Grijn.

En 1912 Funk indica que estas enfermedades se debían a la falta de algún compuesto vital en los alimentos, y denomina a estos compuestos como vitaminas. McCollum y Davis indican en 1913 la existencia de dos tipos de vitaminas, liposolubles (A) e hidrosolubles (B). A partir de esta fecha se van sucediendo con verdadera vertiginosidad las inducciones de enfermedades carenciales experimentales y posteriormente el aislamiento de sus agentes causales e identificación.