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Columna: ¿Cómo volverá “El Bahamondes”?

Informaciones de prensa indican que a fines de este año podría reabrir este tradicional bar santiaguino.

Hoy me enteré por La Tercera que a fines de este año reabriría “Donde Bahamondes”, ese recordado bar ubicado en la esquina de El Aguilucho con Holanda (en Santiago de Chile) y que cerró sus puertas a fines de 2008.  Si bien este sencillo local se inció como un negocio de barrio en los años sesenta, fue hacia la década del noventa cuando se transformó en un espacio habitual de estudiantes universitarios, la mayoría, provenientes del Campus Oriente de la Universidad Católica, que por esos años albergaba a carreras como Literatura, Periodismo, Historia, Música y Teatro.

“Bahamondes” no era un lugar donde se podía encontrar una variedad de cervezas, tragos o comidas. De hecho, lo que mandaba acá era la cerveza, el borgoña (jarras de vino tinto con frutillas y azúcar) y piscolas; además  de sandwichs -los que básicamente servían para tratar de remediar la alta ingesta de alguno de los brebajes anteriormente nombrados-, papas fritas y empanadas. Aún así, este bar solía llenarse, sobre todo por las tardes y en las noches a contar del miércoles. ¿Por qué? Básicamente porque su sencilla oferta era altamente apreciada por los ya mencionados estudiantes del campus vecino; por estudiantes universitarios en general; grupos de amigos que pasaban a tomar algo tras jugar fútbol en unas canchas cercanas o incluso trabajadores de algunas pequeñas industrias y comercios del sector. Así las cosas, todos pasaban un rato agradable en un lugar tranquilo, discreto y muy simple.

Recuerdo haber sido un visitante habitual de este lugar a mediados de los noventa. No vivía ni estudiaba por ese sector, pero gracias a un amigo que era vecino del barrio comenzamos a frecuentarlo. De día “Bahamondes” era ideal para acortar la tarde a punta de cervezas o incluso otras cosas (por eso el calificativo de “discreto”). De noche, lo preferíamos para iniciar una noche de fiesta, algo así como “la previa” que llaman ahora. Fundamental en el cariño que le tomamos a este bar y a lo cómodos que ahí nos sentíamos era Juanito, el garzón más famoso de “Bahamondes”, quien alguna vez fue entrevistado en el desaparecido diario La Época, donde decía que tras tantos años trabajando ahí “ya no distinguía el día de la noche”. El recorte que daba testimonio de este minuto de fama de Juanito estaba -ya amarillo- pegado en una de las puertas de vidrio de la entrada del local.

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Porque ya no tenía conocidos estudiando en el Campus Oriente y mi amigo que vivía en el sector se cambió de casa,  mis visitas a “Bahamondes” fueron cada vez más esporádicas. De hecho, recuerdo muy bien mis dos últimas visitas al bar. La penúltima fue una lluviosa noche a en la que fui con unos amigos para hacer hora tomando cerveza para luego ir al cine a una función de trasnoche. Debe haber sido en el invierno del año 1999. Y la última vez que fui, esto sí que lo tengo claro, fue una tarde de sábado de diciembre del mismo año, cuando caminando con una amiga de repente nos encontramos casi por casualidad con esta recordada esquina y decidimos pasar a tomar algo. Hacía calor esa tarde, así que las cervezas fueron varias. También recuerdo que Juanito no estaba, y el rumor que rondaba era que había tenido líos con la justicia… vaya a saber uno si eso era cierto o no.

Ahora que recuerdo el “Bahamondes” pienso que la palabra que mejor lo definía era la simpleza. Simpleza en su oferta y sus instalaciones. Algo que a ratos se extraña entre tantos negocios nuevos que parece no conocen este concepto. Dicen que a fines de año se reabriría este bar, con paredes limpias (estaban llenas de escritos hechos por los parroquianos) y con su clásico wurlitzer. Esperemos que vuelva también con la simpleza de las cervezas, piscolas, borgoñas y alguna cosa para comer… nada del otro mundo. Ahora, si volviera con Juanito atendiendo, la felicidad sería plena.

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