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La hamburguesa

¿Alemana o estadounidense? ¡Descubre su historia!

¿Quién no ha suspirado al pensar en su hamburguesa favorita? Puede ser la de un restaurante en específico, la de un ingrediente poco común, la que ha marcado un viaje o, simplemente, aquella que no hemos podido olvidar jamás. ¿Qué tienen las hamburguesas para causarnos tal fascinación?

Primero, la capacidad de ser una comida completa en una que no requiere de cubiertos, y la practicidad de que se puede comer en cualquier lugar, como un paste o una pizza. Luego también entra por aquí el hecho de que una hamburguesa, junto con las papas a la francesa, es uno de los platillos de comida rápida por excelencia.

La carne de Hamburgo y los sándwiches

Para llegar al origen de estas delicias, hay que comprender, primero, que el concepto del sándwich es un poco reciente, del siglo XVIII. Aunque seguro existieron precursores a este y la hamburguesa, la verdad es que previo a esto el pan acompañaba a los alimentos, más que cargarlos.

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También, vamos a deshacernos de la noción de que la primera hamburguesa se hizo en la ciudad de Hamburgo y que de ahí le vendría el nombre. Contrario a lo que sucede con la milanesa. Lo que surgió en este lugar fue más bien la carne de Hamburgo: carne molida y mezclada con especias que se juntaba y se servía en “tortitas”.

Antes de que esta carne se convirtiera en nuestra amadísima hamburguesa, tuvo que cruzar el océano. A principios del siglo XIX, con la fuerte migración europea hacia América, viajaron también sus platillos. Cuando se abrieron los primeros restaurantes de comida alemana, por supuesto que la carne de Hamburgo estaba en el menú y era una delicia tan soberbia que pronto estuvo en los primeros libros de cocina Estadounidenses, incluso en el de la señora Lincoln (otra señora Lincoln, no la esposa del presidente):

Machaca un trozo de filete redondo suficiente para romper la fibra. Fríe dos o tres cebollas, finamente picadas, en la mantequilla hasta que estén ligeramente doradas. Extiende la cebolla sobre la carne, doblarlos extremos de la carne juntos, y mezcla de nuevo, para mantener las cebollas en el medio. Asa dos o tres minutos. Cubre con mantequilla, sal y pimienta

La hamburguesa, hija de la revolución industrial

Como en tantos otros platillos, la evolución de la carne de Hamburgo sucedió por necesidad. Los trabajadores de las fábricas estaban dispuestos a pagar 10 centavos por una carne de Hamburgo, pero era poco práctico comerlas de pie en los primeros carritos de comida de la época, además de que los cubiertos lo hacían más tardado.

No se sabe quién fue el genio que pensó en colocar la carne entre dos panes, ese detalle se ha perdido en la historia, pero sin duda le debemos mucho.

Fuente: Toriavey.com

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