Un reciente estudio de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS), Brasil, fue difundido por la Society for the Stydy of Ingestive Behavior (SSIB) señala que aquellos jóvenes que fueron ansiosos durante su etapa adolescente tiene más probabilidades de que al crecer se transformen en adultos que prefieren alimentos altos en grasa y azúcar.
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Para llegar a este enunciado se hizo un experimentos con ratas, buscando respuestas a la exposición temprana al estrés en los primeros años de vida. Investigadores señalan que “las respuestas hormonales al estrés crónico en la edad adulta parecen jugar un papel en el aumento de la preferencia para este tipo de alimentos, especialmente en las mujeres“.
Aquellas que se criaron en ambientes más estresantes fueron más ansiosas al crecer y con una mayor respuesta hormonal al estrés a través de la horma corticosterona, prefiriendo alimentos reconfortantes para paliar esta situación.
“Los alimentos reconfortantes” han sido definidos como los alimentos que se comen en respuesta a la tensión emocional, y estarían contribuyendo a la epidemia de obesidad.
Comer emocionalmente
Hace un tiempo publicamos en Sabrosía sobre un comentario de similares características a la investigación, pero apuntando a entender por qué algunas personas eran más propensas a la obesidad que otras, atendiendo, específicamente, cómo el cerebro reacciona ante las tentaciones y de esta forma buscar claves que puedan hacer frente a esta enfermedad.
Tales investigaciones detallan cómo el hipotálamo es un gran agente que regula las cantidades de grasa que hay en el organismo y se manifiesta en el interés que usted pone frente algunos alimentos, y cómo se relaciona con éstos. Ya decíamos, no es lo mismo disfrutar de un almuerzo nutritivo, sano y rico, que llegar a engullir grandes cantidades de pan sólo por ansiedad.
Fuente: Nación.com
Foto: Jlastras (cc Flickr)