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Elige el vino, luego los quesos

Te dejamos unas prácticas recomendaciones de qué quesos comer según el vino que tengas, espumantes, blancos o tintos.

La mayoría de las veces que queremos ofrecer una tabla de quesos como aperitivo o al final de una comida, primero compramos los quesos y luego pensamos en el vino que le vendría perfecto. Pero en realidad, lo más práctico sería invertir el orden y pensar en qué quesos le vienen a los tipos de vinos que vamos a beber en la cena. Con esta idea en mente en una interesante nota del sitio Culture Cheese Mag, nos enseñan cómo maridar vinos y quesos. Un útil conocimiento para poder potenciar los sabores de esta pareja inseparable en la gastronomía.

Para los espumosos:

Los vinos espumantes son refrescantes, versátiles, con una rica acidez y tienen las burbujas, las que limpian el paladar. Por eso la mejor combinación aquí son quesos suaves pero ricos en sabor, mantequillosos y bastante cremosos, como por ejemplo una ricotta italiana o algunos quesos franceses de leche de vaca que son triple crema, es decir producidos con tres tipos de crema con porcentajes de grasa distintos. También funcionaría bien un brie.

Para los vinos tintos:

Aunque los convencionalistas siempre dicen que lo mejores vinos para los quesos son los blancos, también hay varios tintos que funcionan, especialmente con quesos que sean más fuertes, más densos y más maduros, generalmente de pasta dura. Aquí es mejor preferir vinos tintos frutosos como un syrah, por sobre los vinos más tánicos como un cabernet sauvignon. La tabla de quesos puede estar compuesta por un rico cheddar, algún queso ahumado, un comté francés o un queso maduro de oveja o cabra, con notas a frutos secos y hierbas.

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Para los vinos blancos:

Esta es una pareja perfecta de por sí, en general los vinos blancos son el maridaje recomendado para todos los tipos de quesos, ya que sus sabores frescos permiten que los quesos muestren en detalle todas sus características en boca y además porque tienen un pequeño toque tánico que se potencia con la sal del queso y la sufiente acidez para potenciar su complejidad de sabores. Aquí lo que hay que tener en cuenta es: a más liviano el vino, más liviano el queso. En general, los vinos blancos y secos van bien, también los frutosos y los más frescos y minerales de estilo francés. Los quesos que funcionan bien aquí son los camembert, un gruyere suizo o un queso de cabra más fresco.

 

Fuente:“Cheese Plate Challenge: Pick Your Wine Style First and the Cheese Choice Will Follow” (Culture Cheese Mag)

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